martes, 28 de septiembre de 2010

SONETO III


"Cuando se fue nada dejó que no doliera."


M. Fernández




Cuando, Melpémone, golpeando mi ventana,
tempérea, con su muy más tenue luz sosiega,
acrecienta mis ansias y mi pena, e, inerte,
mirar de noche azul tu rostro puedo, lejana.

Y acato los mustios versos en que impera
su áurea y bel rosácea vestidura,
que de nubes y astros muchos es su hechura,

y en vientos no muy rubios su crespa cabellera.
Crepitar de aguas, y en el muro, unas margaritas,
y árboles y hierbas también Amada agitas:

todo el silencio hadesádico en mi trema.
Y así es como una luz alada llega,
reabriendo en mí la ignota llaga que al verte,
se coagula toda ella en un poema.





Orfeo

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